
Dos goles de Manuel Gurruchaga abrieron la goleada del Real Madrid sobre el Valencia en la que fue la primera visita del equipo de Mestalla a Chamartín en Liga. El 21 de febrero de 1932, el conjunto blanco se impuso por 4-1, en una temporada histórica en la que conquistaría su primer título liguero sin sufrir ninguna derrota.
Gurruchaga (Ortuella, 9-5-1908) llegó al Real Madrid en el verano de 1930 procedente del Arenas de Getxo. Fue uno de los fichajes del equipo blanco para reforzarse en su objetivo de conquistar el título de Liga. La temporada anterior, había sido uno de los goleadores del Arenas en la victoria por 5-2 sobre el Madrid en Ibaiondo.
El 7 de diciembre de 1930 debutó con el Real Madrid en la victoria por 2-0 sobre el Espanyol, en el inicio de la Liga. Fue el primero de los muchos partidos que disputó en las cinco temporadas que pasó en la Casa Blanca. Llegó como un delantero de raza, un goleador forjado en el norte, y se fue convertido en un futbolista que, tras retrasar su posición, demostró una inteligencia táctica muy valorada por sus entrenadores.
Las cosas no fueron sencillas para Gurruchaga en Madrid. Un par de semanas antes de sus dos goles al Valencia, su nombre aparecía casi a diario en los periódicos. Se daba por hecho su regreso al Arenas, pero el club vasco no aceptó pagar lo que el Madrid pedía por su traspaso. Así, a finales de enero de 1932, Manu estaba de vuelta en la capital.
Gurruchaga, izquierda, durante una entrevista.
Y lanzó una petición: “Ruego a la prensa que no me presente otra vez como un fenómeno, para que el público no se sienta defraudado y yo no me vea coaccionado constantemente en mis actuaciones. Aspiro a jugar todo lo que puedo y todo lo que sé, con mi mayor voluntad y buen deseo. Pero sin jactancias y sin querer pasar por fenómeno, que no lo soy ni nunca he creído serlo”.
Ruego a la prensa que no me presente otra vez como un fenómeno
Ese fue un sentimiento que lo acompañó durante toda su carrera en el Madrid. El temor a que desde la grada de le echaran en cara las 38.000 pesetas de su traspaso si jugaba le azoraban.
En enero de 1933, en un momento álgido, habló con la revista Campeón. Hoy, esa entrevista sería viral, una exposición de lo que es la salud mental en el deportista de élite.
Don Santiago
En la charla con Antón de Castilla en La Casa de la Prensa, Gurruchaga aseguraba que, de no haber sido por Santiago Bernabéu, se habría marchado hace tiempo del Madrid. Pero en el directivo encontró un refugio cuando el mundo se le vino encima, algo que ocurrió en más de una ocasión. Fue Bernabéu quien afirmó que era un jugador con madera para el Madrid.
“He sufrido como nadie en el fútbol. Por mí, por los míos y porque estaba convencido de que servía, de que aquello era injusto. Pero día tras día, partido tras partido, el público se revolvía contra mí, como si fuera el único culpable de todos los desaciertos. Créame, muchas noches he llorado de rabia en la casa de huéspedes, pensando que la única solución era marcharme, huir y no volver a acercarme a un campo de fútbol. Hacía mi maleta y, muy decidido, iba a visitar a don Santiago Bernabéu. Pero, tras muchas consideraciones, él siempre conseguía convencerme”, contaba Gurruchaga.
Santiago Bernabéu observa la firma por el Madrid de Samitier, que llegaba desde el Barcelona.
Muchas noches he llorado de rabia en la casa de huéspedes, pensando que la única solución era marcharme, huir y no volver a acercarme a un campo de fútbol
El público de Chamartín
Una y otra vez, Bernabéu calmó a Gurruchaga con un discurso en el que le pedía paciencia porque su momento llegaría. No era un brindis al sol, era la certeza de un hombre de fútbol convencido.
Una pieza en el diario El Liberal contaba lo ocurrido en Chamartín el 29 de enero de 1932:
Ayer se presentó Gurruchaga en el Madrid. Dijo «Hola, muy buenas», se quitó la boina, le pidió un pitillo a Lippo y se sentó.
—Pues nada, que vengo a firmar el contrato, porque no sé si soy jugador del Madrid o del Betis Jai Alai. Y como me tienen retenido…
Total, que Pablo Hernández tuvo un acceso de risa de conejo y no encontró mejor solución que decirle que jugaría de extremo izquierda.
Vemos al Rubio haciendo ‘arabescos’ con Hilario.
Poco después, Gurruchaga cambiaba su historia, no sin dificultades. La temporada 1932-33, en la que el Madrid fue de nuevo campeón de Liga, fue su mejor momento en Chamartín.
Pero el vasco nunca se quitó de encima el miedo a jugar en casa. “El del Madrid es un buen público, pero tan terriblemente exigente… Tenemos la obligación de ganar, no se nos disculpa un fallo, mucho menos una mala tarde. Los equipos forasteros juegan aquí como en su casa”, comentaba.
El del Madrid es un buen público, pero tan terriblemente exigente… Los equipos forasteros juegan aquí como en su casa
Era la voz de un vestuario sometido a la presión de que el más mínimo error conllevara “gritos airados, sobre todo desde la tribuna. Eso contribuye a la desorientación, al fracaso”.
El segundo tanto del Real Madrid sube al marcador del abarrotado estadio de Chamartín en un partido ante el Barcelona.
El 9 de junio de 1935, en El Calvario de Salamanca, Manuel Gurruchaga jugaba su último partido con el Madrid. A finales de septiembre firmaba su regreso al Arenas, equipo entonces de Segunda. El 29 de septiembre volvía a ponerse la camiseta del equipo de Getxo. Fue en Ibaiondo, ante el Athletic, en lo que se llamó la Copa Vasca. Un gol de Bata dio el triunfo al Athletic, pero fue el Arenas de Gurruchaga el campeón.
La Copa le cruzó con el Madrid: 2-1 en Ibaiondo, sin él; 3-0 en Madrid el 17 de mayo y 6-1 en el desempate cuatro días después. Gurruchaga jugó los dos partidos de Chamartín. Un gran abrazo con Bernabéu fue el recibimiento.
Manuel Gurruchaga jugó con el Madrid 59 partidos oficiales, para ganar dos Ligas, una Copa de España, un Campeonato Regional y cuatro Trofeos Mancomunados.
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