

El partido entre el Barcelona y el Betis tuvo un final sorprendente. El gran protagonista fue Raphinha que con un cabreo supino se encaró con el juez de línea y el árbitro. “Tú no me mandas callar”, le dijo al primero. Pero lo más grave vino después. A la vista de dicha actitud, tuvo que ser Hansi Flick el que fuera a intentar calmar al brasileño. No le hizo ningún caso y siguió a la suyo. Lo peor vino después cuando estaba a punto de entrar en el túnel de vestuarios, todavía protestando contra todos, y Ter Stegen también intento frenarle. Raphinha se lo quitó de encima de mala manera dándole un empujón. Mal gesto.
Hay que entender que los jugadores se pongan a mil en los partidos. Y, además, Raphinha es de sangre caliente. Pero tiene que medir bien sus calentones porque el del pasado sábado es desproporcionado. En primer lugar, porque no hubo un mal arbitraje de Gil Manzano y, en segundo, porque de lo que se quejaba Raphinha era de un córner mal señalado y de que a su criterio descontó poco tiempo al final. Poca cosa para tal cabreo. Hay que entender que el motivo real fue la impotencia de ganar al Betis y de no poder irse de seis puntos del Real Madrid en la tabla.
Pero lo que es realmente grave es que tuviera esa actitud con Ter Stegen. Fue muy fea. E injusta. No olvidemos que es su capitán y eso merece un respeto. Sobre todo, porque Raphinha es también uno de los capitanes y debe entender que el alemán lo único que quería es que no le metieran unos cuantos partidos de sanción por decirle algo al árbitro. Cuando faltan ocho partidos para el final de la competición, la ausencia de un jugador por dos o cuatro partidos es muy importante. Y Raphinha la rozó, se jugó estar en la final de Copa. En ese aspecto tuvo suerte de que Gil Manzano no incluyera nada en el acta de los insultos al asistente que se captaron en algunos audios porque eran para meterle una buena sanción.
Hay que saber mantener la calma, sobre todo cuando no hay base para un calentón de tal magnitud. Por eso, Flick se esforzó en calmar el ánimo de los jugadores en el vestuario empezando por el brasileño. Sabe que estas actitudes son peligrosas y se pagan en partidos de sanción, algo que hasta el momento está sabiendo controlar bien el técnico azulgrana.
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