
Se dice en afortunada frase del guión de ‘Parque Jurásico’ que “la vida se abre camino”. En la España de los años 60 el ‘camino’ (aunque con mayúscula) estaba en boga pero el concepto de ir ‘a otra parte’, de ‘cambiar’ o de ‘evolucionar’ era mirado con sospecha desde las más altas instancias (cuando un coñac lanzó el slogan “cambie a Soberano” se inició una investigación policial por si acaso se estaba ante ilegal propaganda monárquica) y eso que se decía que vivíamos en el ‘Movimiento’. Pero el tiempo no se detiene y, en efecto, las cosas estaban cambiando. Mal que les pesara a las mentes más conservadoras la sociedad española comenzaba a abrir unas ‘ventanas’ que se querían, si acaso, entornadas y protegidas por visillos y veía que lo que había al otro lado no parecía un pecado tan grave como constantemente se les advertía.
Además, a la fuerza ahorcan, había en efecto que abrir ‘ventanas’: hacían falta divisas y las que traía el turismo eran tantas que podían asumirse los ‘malos ejemplos’. Por otra parte, España exportaba trabajadores baratos que cuando volvían a España de vacaciones hablaban de cómo eran las cosas en un ‘extranjero’ visto casi siempre con sospecha desde el poder pero en el que se vivía mejor que ‘aquí’. Así, además de otras cosas, se empezaron a ver en España pantalones femeninos, ropas de ‘fantasía’, a escucharse músicas ‘extrañas’ y a crearse una sociedad a medio camino entre la tradición y una inicipiente modernidad que retrató magistralmente Luis Carandell en su ‘Celtiberia Show’.
Caricatura de Máximo en la crónica de MARCA del Festival.
En aquellos años 60 del pasado siglo se empezó hablar de estar ‘in’ o estar ‘out’ de la modernidad. Parte importante de lo ‘in’ era lo ‘pop’ que en España se llamó, con cierta sorna ‘ye ye’: la modernidad en música, en peinados y en general en estilos de vida, en cuya aceptación bastante masiva tenía bastante parte el hecho de que la población española de la época fuera, en general, joven, nacida después de la Guerra Civil y que vivía en un grado de desarrollo económico que, sin ser para tirar cohetes, era muy superior al que habían disfrutado sus padres, abuelos, e incluso ellos mismos si tenían edad para recordar los años anteriores a 1960. Pero esta es otra historia.
El hecho es que en los años 60 España vivía en un ambiente de cierto optimismo. El Régimen presumía de Sol y Playa, desarrollo e infraestructuras, con la campaña de los XXV Años de Paz orquestada por el ministro Fraga Iribarne como mascarón de proa. Sí, había pluriempleo, los salarios eran bajos y los servicios, escasos. Pero eso no era nada nuevo. Había televisión y el hambre era algo de lo que hablaban padres y abuelos. Había hasta coca-cola y pan de molde.
Una de las manifestaciones de este ‘ambiente’ fue la proliferación de Festivales de la Canción. Fueron la puesta al día de los viejos concursos radiofónicos en los que a la manera de un Operación Triunfo aún nonato, cantantes desconocidos buscaban ser la próxima estrella. Los Festivales tenían otro alcance: grandes escenarios, mucho público y más repercusión porque también solían competir intérpretes destacados. Estaba el Olimpo de los Festivales de San Remo, de Benidorm, y sobre todo de Eurovisión. Pero también, en España. En todas partes había festivales porque solían ser un atractivo de promoción turística más (el de Almería, el del Duero, el de la Canción Mediterránea, el de Mallorca…). Pero hubo uno muy especial porque a los visionarios de EAJ1 Radio Barcelona, la emisora más antigua de España, se les ocurrió la gran idea de unir el gran espectáculo de masas, el fútbol, con la canción y sus festivales. Y así en 1964 se celebró el I Festival de la Canción Deportiva.
Lo de ‘deportiva’ era un tanto generoso o quizá indicativo de los conceptos de la época. O quizá porque ‘deportivo’ sonaba mejor que ‘futbolístico’. Porque las normas del festival especificaban que las participantes –porque en la I edición se decidió que todas las intérpretes fueran femeninas, quizá en intento de captar nuevos públicos en un deporte entonces mucho más ‘cosa de hombres’ que hoy- debían representar a los 16 equipos de Primera División, con canciones alusivas a los mismos, y que debían interpretarlas vestidas por sus colores (pero con falda). Es decir, participaron representantes del Real Madrid, Barcelona, Betis, Zaragoza, Elche, Valencia, Atlético de Madrid, Atlético de Bilbao (recordemos que estaban prohibidos los nombres extranjeros) Sevilla, Levante, Córdoba, Murcia, Español, Oviedo, Pontevedra y Valladolid. En otra muestra de sentido del espectáculo se programó el evento en el Palacio de los Deportes de Barcelona, con capacidad para 9.000 espectadores, y se especificó que el público debía acudir ataviado con los colores de sus equipos. Aquello tuvo, sin embargo, una consecuencia inesperada…
¿Quienes fueron las participantes? No estuvieron presentes las primeras estrellas pero sí una colección de nombres populares. Así, los colores del Barça fueron representados por Lita Torelló, ya con éxito en festivales y que doblaría al castellano las canciones de películas como ‘Chitty Chitty Bang Bang’ o ‘Sonrisas y Lágrimas’. Su tema en el Festival fue ‘Escudo Azul y Grana’. Al Real Madrid lo representó Gelu con un concepto clásico: ‘Hala, Hala Madrid’. Gelu ya había tenido éxito al interpretar junto a Los Mustang la versión española de la canción futbolero-feminista (digamos) ‘El Partido de Fútbol’, que hizo famosa Rita Pavone. Al Sevilla lo representó Pastora de Córdoba con un ortodoxo pasodoble jaleado con ‘olés’ por un público que anticipó el resultado del Festival, porque ella fue la ganadora.
El veredicto correspondió a un jurado. Doble, con un grupo en Barcelona, en directo, y otro en Madrid, en los estudios de Radio Madrid y en este grupo, como no podía ser de otra manera, estaba MARCA en la persona de Carlos Méndez ‘Cronos’. En su crónica dejó constancia de que se les proveyó -a los jurados-. de café, copa y puro. Que el Valladolid, que descendió, participó con ‘Noble Lid’, de Pilarín Arcos que quedó igualmente en último lugar. Que Ana María Quiroga optó por la modernidad con “Pontevedra Twist” al igual que Yoli, que representó al Atlético de Madrid con “Aúpa, Aúpa…”. Que “Ra, Ra, Ra”, ‘del’ Zaragoza y Pilarín Lasheras empezaba con aires de jota y quedó segunda y que “¡Viva er Beti!” de Pal Latorre incluía un ‘porrón, pon, pon’. Y que como cada jurado podía emitir dos votos, todos dedicaron uno a su equipo.
Lita Torelló y Gelu con Jaime de Mora y Aragón
Sin embargo la unión de fútbol y toros trajo como resultados que el público, que recordemos que iba ataviado con sus colores, se comportase como ‘hinchas’, claro. Y así, además de aplaudir a sus colores silbaron a las representantes del contrario. A Lita Torelló la pitaron los del Español. A Fanny, que cantó ‘Blanco y Azul’ en nombre del Español, los del Barça. Luego, ambos se unieron para pitar a la madridista Gelu… Al final Cronos dejó constancia de que a algunas intérpretes se las pudo oír a duras penas. Aun así el Festival acabó, se votó y hubo, como decimos, campeona.
Reseña de la II edición. Más modesta…
Al final el resultado fue lo de menos. Las representantes madridistas y barcelonistas acabaron muy abajo en la tabla (puestos 14 y 15 respectivamente) pero fueron quienes poco antes del Festival hicieron el saque de honor en el encuentro que los equipos ‘de verdad’ disputaron en el Camp Nou poco antes del Festival y que ganaron los blancos por 1-2. Y posaron con el entonces popular Jaime de Mora y Aragón, aristócrata que hizo un arte del vivir del apellido en la portada de una revista Ondas, la oficial de la Cadena SER, que titulaba que “El Fútbol Femenino es ya una realidad”. Ya vemos…
En fin. Lita Torelló tuvo una prolongada carrera. Gelu se retiró de la canción poco después y el Festival de la Canción Deportiva subsistió un tiempo más. Así como en la primera edición todas las intérpretes fueron femeninas en la segunda las voces fueron masculinas, se decidió por votación popular y ganó Domingo García, con ‘Córdoba Deportiva’, ‘representando’ al recién ascendido Córdoba C.F. El gran Luis Carandell no recogió este Festival en su Celtiberia Show. La verdad es que en aquel tiempo sobraba material…
Disco editado con temas de la II Edición. En 1965.
Con el tiempo la moda de los Festivales decayó y este Festival llegó a su fin. Quede constancia de su existencia y de que ahí sigue la idea. En estos tiempos de futbolismo exagerado y de reality shows, pues igual, igual…
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