El milagro del Bodø noruego que planea conquistar Europa: “No se trata de ganar o perder”

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En Noruega, dentro del círculo polar ártico, mientras los icebergs se descongelan y la vida se abre paso en los pocos meses del año en que la luz del sol es una realidad, se encuentra Bodø. Una pequeña ciudad que alberga un milagro futbolístico que Mourinho conoce de primera mano. Fue quizá la primera vez que el nombre del Bodø Glimt comenzó a resonar en Europa, con aquel un 6-1 inolvidable a la Roma. Un sueño que fue tornando en realidad. El mismo que les llevó a jugar la pasada temporada las semifinales de la Europa League y que dentro de unos días les podría ‘situar’ en su primera Champions. Obviamente, MARCA tenía que coger un avión (un abrigo en pleno agosto madrileño) y viajar hasta esta hermosa ciudad.

De Madrid a Oslo y de Oslo a Bodø. Un viaje, entre escalas y retrasos, de más de ocho horas que comenzaron a merecer la pena nada más aterrizar. El paisaje era único, la ciudad nos recibía para enseñarnos el por qué del Bodø Glimt. Un club especial, como sus trabajadores y responsables. De hecho, en Noruega ocurre un fenómeno casi más extraño que las auroras boreales, en el norte son mucho más abiertos y hospitalarios que en el sur. En otras palabras, si nos hubieran recibido en español, y no en un perfecto inglés, nos habrían dicho: “Pisha, ¿qué tal el viaje?”.

Es necesario para conocer el club y sus gestas ser parte, aunque sea por unos pocos días, de esta ciudad y de su cultura. La misma que se forja cada invierno, con temperaturas medias de -4°C y tan solo dos horas de luz. Un carácter, fruto de estas condiciones, que ‘fabrica’ héroes. Y es que allí, en Bodø, para sus 55.000 habitantes los jugadores del Glimt son auténticas estrellas que hacen sonar y brillar el nombre de su ciudad por toda Europa.

No todo tiempo pasado fue mejor

Pero hubo un tiempo donde esto no fue así. De hecho, hubo otro (ya muy lejano, que perduró hasta 1971) que les impedía jugar en Primera División. Las condiciones climáticas eran tan adversas que viajar a Bodø se convertía en una aventura que el resto de clubes noruegos no quería llevar a cabo. Otro cliché que se cae con este club y sus gentes, no todo tiempo pasado fue mejor.

Tampoco lo fue la etapa previa a la llegada de Kjetil Knutsen al banquillo del Bodø, uno de los nombres propios de su ascenso meteórico. Kjetil era ayudante del primer entrenador en 2017, con el equipo en Segunda División. La siguiente temporada tomó las riendas del club y todo cambió: cuatro ligas desde el 2020 hasta la actualidad (este año marchan primeros, pero habrá que esperar hasta diciembre para que esta concluya), una goleada histórica a la Roma de Mou y unas semifinales de Europa League. Logros que lo convirtieron en el primer club noruego y del ártico en llegar tan lejos en Europa, además de ser el conjunto más al norte en ganar una liga.

Sentado en mi escritorio de San Luis 25, aún bajo el aterrador calor madrileño, recopilaba estos datos mientras trataba de buscar una explicación mínimamente racional a este ascenso meteórico del club. Era imposible encontrarla allí, ni Google, ni Chat-GPT podían ayudarme. Una búsqueda ardua que resultó digna de un problema de primero de primaria en cuanto pisé Bodø y charlé con los artífices de esta ‘locura’.

Una explicación forjada en el silencio

El primero en recibirnos fue el CEO del club. “El éxito de este proyecto se basa en sus valores y cultura. Nunca oirás a la gente de Bodø decir que nuestro objetivo es ganar la Liga o ir a la Champions League. Nuestra ambición no se trata de metas específicas, no hablamos de ambiciones. Nuestro objetivo es ser mejores mañana que hoy. No se trata de ganar o perder exactamente, se trata más del rendimiento y el desarrollo diario”, explicaba a este diario.

“Cuando hablas de lo que ha pasado, creo que es tan simple como que hemos sido valientes, porque hemos tomado decisiones que otros no tomaron. No seguimos a los demás. Eso también forma parte de nuestra estrategia, no copiamos. Nos gusta aprender, pero tomamos nuestras propias decisiones y cuando otros pisan el freno nosotros pisamos el acelerador”.

Una mentalidad que les diferencia y que su capitán, Berg, también trata de explicar cuando es preguntado por el motivo de este ascenso. “Cambiamos nuestra metodología y comenzamos a enfocarnos en el desarrollo. No nos preocupábamos demasiado por los resultados, así que nunca hablamos de ganar, solo hablamos de rendir. Queremos rendir lo mejor posible y entonces sabemos que los resultados llegarán. Nuestro enfoque está siempre en el entrenamiento, en cómo podemos mejorar y desarrollar tanto a nivel colectivo como individual”.

Parece fácil. Tan simple como seguir los instintos. Pero la realidad es mucho más compleja, más aún al tener en cuenta las dificultades a las que esta tierra les enfrenta día a día. Las mismas que a ellos les hace crecer y les genera una dependencia a Bodø que algunos de sus jugadores acusaron tras el primer ‘boom’. Echan de menos el entorno y sus vidas, el círculo polar ártico les atrapa de tal forma que necesitan volver a él.

No es fácil dejar atrás un paraíso 

Es el caso de dos de sus estrellas: Berg y Hauge. Tras ese primer Bodø que deslumbró al mundo, Lens y Milan, respectivamente, llamaron a su puerta. Ambos emprendieron una aventura que culminó con su vuelta a casa. “Cuando estaba en Milán echaba de menos la naturaleza. Es tan hermosa aquí, puedes ir a hacer senderismo o ir a un lago a pescar, lo que sea”, explicaba Hauge a MARCA.

Una sensación y una ‘dependencia’ que se repite en Patrick Berg. La misma que les hace invencibles cuando se sienten en casa. Pero el caso del capitán del Bodø es tan especial como único. Su abuelo fue una estrella del club, también su padre y dos de sus tíos se enfundaron esta elástica.

“Crecí viendo a mi padre jugar al fútbol. Como la mayoría de la gente, quieres ser como tu padre. Para mí, ha sido un sueño convertirme en futbolista profesional. No diría que mi padre o mi abuelo me hayan presionado para serlo, ha sido mi propio sueño, mi propio deseo. Pero sí, es único. No es normal que tengamos esta historia familiar, es muy especial”, confesaba sonriente Berg.

Fueron unos anfitriones perfectos para conocer la cultura del club. Esa que les ha llevado a la cima del fútbol noruego y que les está ‘empujando’ inevitablemente al fútbol de élite europeo. Ellos prefieren no verbalizarlo, pero la realidad es que su llegada a la Champions es solo cuestión de tiempo. Quién sabe si de una semana o un par de años, pero después de conocer esta ciudad y este equipo no cabe ni un ápice de duda de que lo conseguirán.

Bodø se encarga de disiparlas a cada paso que das. Te enamora con un entorno único que atrapa y forja una mentalidad especial. No sé si son sus fiordos, sus águilas o su gastronomía, pero es sublime. Tanto como su afición y sus gentes. Llenaron es estadio y animaron a los suyos desde primera hora de la tarde en un partido liguero, frente al Tromsø IL, que sería la última parada (vuelta a Madrid pasando por Helsinki, mediante) de este inolvidable descubrimiento.

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