Hay deportistas que siempre han soñado con ser olímpicos. También hay deportistas que nunca se habían atrevido ni a soñarlo, porque su disciplina no estaba en el programa. Pero, para los jugadores de squash, eso ha cambiado. El 16 de octubre de 2023, el COI confirmó que estaría presente en Los Ángeles 2028, tanto en categoría masculina como femenina, y que se disputaría en los icónicos Universal Studios. El deporte, con 2.268 licencias en España, está en su mejor momento, y el impulso olímpico ya se empieza a notar. En primer lugar, en el Europeo de Chartres (Francia), que se disputa del 20 al 23 de agosto.
España tiene esperanzas de regresar con una medalla. O varias. No sería la primera vez. En el Europeo de 2024, celebrado en Cuenca, Iker Pajares, actual número 31 del mundo, se llevó el bronce. Y quiere repetir gesta: “Es un torneo muy largo. El año pasado tuve la suerte de poder hacer podio en casa, toda la gente que vino a animarme me empujó para estar ahí arriba. Voy a ir partido a partido, ya veremos hasta dónde podemos llegar, pero a mí me encantaría repetirlo e incluso mejorarlo. El cuadro está un poquito más complicado que el año pasado, todos mejoramos y cada año es distinto. Mi objetivo es como mínimo poder llegar a semifinales. Tener a todos mis compañeros ahí va a ser como jugar en casa”.
Iker Pajares, Iván Pérez, Edmon López y Hugo Lafuente, jugadores que representarán a España en el Europeo, junto al seleccionador Borja Golán.
La otra figura que despierta expectación en la expedición española, compuesta por cuatro hombres (además de Pajares, Iván Pérez, Edmón López y Hugo Lafuente) y cuatro mujeres (además de Domínguez, Cristina Gómez, Noa Romeo y Sofía Mateos), es Marta Domínguez, flamante bronce en los últimos World Games (el evento para los deportes que no son olímpicos). También llega al Europeo con confianza: “Es el primer torneo de la temporada y no se sabe cómo llega la gente, tampoco el nivel de motivación o cuánta importancia le dan, así que no hay que limitarse, hay que entrar en la pista a darlo todo. Viendo el sorteo, para mí el objetivo es estar en semifinales, pasar el partido de cuartos, que ya sería contra una rival que está por encima de mí en el ranking. Luchar por una medalla, que no tengo, para mí sería un sueño, y me dejaré la piel”.
Pero si alguien sabe de medallas europeas de squash es Borja Golán. El ahora entrenador sumó, durante su carrera en activo, dos oros (2016 y 2018), cuatro platas (2006, 2012, 2015, 2019) y un bronce (2017). Ahora lo vive desde el otro lado del cristal: “Cuando eres entrenador, son más nervios, porque no controlas lo que va a pasar dentro. Al final, yo también estuve toda la vida acostumbrado a competir. El jugador va conviviendo con la presión y cada vez es más un disfrute que un lastre”. Aunque no viajará junto a ellos a Chartres, sabe que tienen opciones: “Es un torneo importante para la Federación española, porque nos jugamos mucho. Nosotros estamos ahí con la élite, se demostró el año pasado con Iker ganando el bronce. Este año tenemos opciones de meter a varios jugadores entre los ocho primeros. Después, el color de la medalla se verá, pero no hay que ponerse techo, y están al nivel para ganarle a cualquier jugador”.
Marta Domínguez, con un bronce en los World Games
El nivel lo han demostrado recientemente los jugadores. Sobre todo, una Marta Domínguez que llega tras ganar el bronce de los World Games de Chengdu, dejando por el camino a varias jugadoras con mejor ranking que ella. “Creo que fue un torneo muy bueno para mí, con resultados ante rivales que a priori eran las favoritas. Me va a servir de motivación para confiar en mí, saber que puedo ganar a gente que está por encima en el ranking. Si conseguí una medalla allí, ¿por qué no conseguirla en el Europeo?”, afirma.
Domínguez, en esos World Games, vivió la experiencia más cercana a unos Juegos que su deporte se podía permitir. Hasta ahora. La entrada del squash en el programa olímpico lo cambia todo. “Me encantó, creo que fue la experiencia más grande que he tenido hasta ahora, y ahora tengo una ilusión más grande de poder competir en esas Olimpiadas”, resume. La noticia la recibió en casa: “Yo sabía que el squash podía llegar a esas Olimpiadas, pero me acuerdo perfectamente de que me levanté un día en Pontevedra y tenía un correo de la PSA [Professional Squash Association] que ponía que por fin era olímpico, y me fui al gimnasio a entrenar con la mayor sonrisa. Yo siempre digo que no soñaba con esto porque no había esa oportunidad. Desde ese momento, mi mayor motivación es poder jugar un día los Juegos Olímpicos”. Además, la joven gallega llegaría a Los Ángeles en el culmen de su carrera: “Me cuadra muy bien, tendría 27 años, más bagaje, que todo ayuda. Hay que hacer un trabajo muy grande estos tres años, pero confío y sueño en que pueda llegar ese día”.
Iker Pajares y una oportunidad que no se puede perder
A Iker Pajares también le encantaría ser el representante de España en los Juegos. En su caso, la noticia del nuevo programa olímpico le pilló entrenando: “Me lo comentó mi entrenador, llevábamos muchísimos años intentándolo y desde que me lo comentaron me volví loco”. También confía en llegar a 2028 en plenitud: “Creo que me va a coger en mi mejor edad, cuando más maduro voy a estar física y mentalmente. Toda mi familia ha practicado deporte, y por desgracia nadie ha participado en unas Olimpiadas, pero tener la oportunidad de participar en unas… Ahora que la puerta está abierta, yo voy a dar el 100% para que esa plaza sea mía”. Además, piensa que los Juegos serán un éxito: “Tenemos la suerte que los de 2028 se van a celebrar en Estados Unidos, que es un país pionero que está ahora mismo apostando muy fuerte por el squash. De los 15 torneos profesionales, jugamos seis o siete en Estados Unidos, y ahí lo van a hacer bien. Nos ha costado muchísimo esfuerzo y no podemos desaprovechar una oportunidad de oro”.
El que tendrá que verlo desde la barrera es Borja Golán. Aunque no podrá ser olímpico, se alegra por todo su deporte: “He sido afortunado de poder disfrutar durante 20 años, sólo tengo palabras de agradecimiento. Desde 2008 yo he seguido este proceso, y ha habido momentos en que ha estado muy cerquita, pero al final tú estás centrado en el mes que viene. Si puedo ir a las Olimpiadas, me encantaría, como seleccionador, entrenador o espectador, como sea. Yo estoy supercontento por el squash, por mis amigos, que he competido muchos años con ellos. Le va a venir bien a todos los sectores del squash, desde la Federación a los jugadores júnior, a nivel mediático va a crecer. Más allá de un tema personal, que es secundario, lo importante es que haya llegado ahí”.
Un deporte que engancha
Ese impulso olímpico ha sido un empujón más para el crecimiento de un deporte que está de moda. Borja Golán tiene claro que engancha: “Es un deporte que desde el principio puedes jugar, porque la pared mide casi cinco metros. Vas a correr, vas a dar a la bola, mal o bien, pero vas a moverte, y cada día que vuelves vas a mejorar. Es muy divertido, porque estás jugando con otra persona, hay una puntuación, puedes vacilar un poquito”. Pajares incide en que el squash es un deporte completo: “Requiere fuerza, resistencia, flexibilidad, la parte mental, desde el principio es desafiante. Poco a poco le vas pillando el tranquillo, vas entendiendo cómo funciona el juego y te va enganchando. Físicamente es muy duro, pero a la gente le gusta. Vienen, se pegan la sudadita en poco tiempo y al día siguiente no pueden ni andar”.
El squash se juega en una pista de 9,75 por 6,40 metros. El objetivo es conseguir que la pelota, tras rebotar en la pared frontal, bote dos veces en el suelo sin que la alcance el oponente. Cada juego (el equivalente al set en tenis) se disputa a 11 puntos, y los partidos son habitualmente al mejor de tres o cinco juegos. Como se comparte un espacio tan reducido, hacen falta muchas características, pero tiene muchos beneficios. Marta Domínguez lo sabe: “Es un deporte muy rápido, muy explosivo. Es fácil de aprender, en un par de veces ya podrías tener la capacidad de divertirte. Ayuda a quemar muchas calorías en poco tiempo, y creo que esa es la virtud que tiene, ¿no? Que personas que no tienen mucho tiempo en su día a día, con poco tiempo que vengan a jugar, ya pueden hacer el deporte diario que necesitan”.
Marta Domínguez, Cristina Gómez y Sofía Mateos, jugadoras que representarán a España en el Europeo, junto a la seleccionadora Margaux M. Pitarch.
A nivel internacional, se trata de un deporte ampliamente consolidado. Tanto que los jugadores del circuito profesional de la PSA pueden vivir exclusivamente del squash. Aunque los inicios, como recuerda Borja Golán, no son fáciles: “Yo me fui a Inglaterra con 18 años diciéndoles a mis padres que iba a aprender inglés, pero iba a entrenar duro y a ver si podía dedicarme profesionalmente. Tuve la suerte de subir rápido en el ranking, empecé a conseguir subvenciones. Si tú no tienes los dos primeros años buenos, si no tienes un apoyo familiar, es complicado. Tuve la suerte de poder seguir 21 años en el circuito y no lo quieres dejar, porque es algo que no va a volver y es increíble”.
Mejoras constantes para consolidarse
Además, las cosas han cambiado. Como explica Golán: “Todos los deportes van evolucionando. Cuando empecé, había seis o siete personas trabajando en la PSA, ahora tienen más de 75. A nivel audiovisual, ver squash en una pista de cristal se aprecia completamente diferente. A nivel de juego también ha cambiado. Al principio era una puntuación, ahora se juega con un tanteo más corto, es más explosivo. Ha bajado un poco la chapa [la zona a partir de la cual no se puede golpear la pared], lo que ha hecho que sea un juego más de ataque. Han cambiado las zapatillas, las raquetas, todo va mejorando, hay mucha más explosividad, los jugadores son más fuertes, más físicos y mantienen la calidad. Yo creo que estamos en un muy buen momento y hoy es un deporte aún más espectacular”.
Pajares sabe que son afortunados: “Es una suerte poder vivir de tu deporte. Me gustaría firmar un contrato para llegar a los 39 y estar compitiendo. No vivimos como un jugador de tenis o de golf, pero sí que vivimos muy bien y de nuestra pasión, de lo que más nos gusta. Viajamos por todo el mundo, siempre acompañados de amigos, y es un lujo. Yo no lo cambiaría por nada”. Domínguez, por su parte, se acuerda de la Federación: “Que haya entrado en los Juegos es una gran ayuda para tener más recursos, a nivel de visibilidad y financieros. España, a nivel de Federación, está haciendo un esfuerzo muy grande para que crezca el squash y para ayudarnos a nosotros a cumplir nuestros sueños. Me siento una privilegiada de poder estar haciendo lo que me gusta”.
De cara al futuro, confían en que el squash se asiente en el programa olímpico. Les ayuda que Brisbane vaya a ser la sede de los Juegos en 2032. “Australia tiene una tradición de squash entre el top tres de países del mundo. Hay que trabajar duro para hacerlo bien estos tres años, para que la gente conozca este deporte, promocionarlo de la mejor manera y llegar ahí. Si conseguimos quedarnos tres Olimpiadas, para nosotros sería un éxito“, explica Golán. Domínguez asume que el squash lo tiene todo para seguir: “Es un deporte que a nivel del espectador es divertido, rápido, que engancha. Ojalá se haga un gran trabajo para conseguir que luego en Australia también esté el squash y, por qué no, que se quede, porque yo creo que sería un gran deporte para tener en las Olimpiadas”. Un deporte que no quiere pasar de moda.
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